No
haré un recuento histórico de cómo empezó todo pues hay información suficiente
para quienes no hayan sido testigos – aunque lejanos – de los primeros tiempos
de la formación del actual estado de Israel. Entonces, también hubo quienes
opinaron que dicho estado debía fundarse en territorio alemán, ya que había
sido Alemania la causante del Holocausto, y Europa el continente que los había
perseguido a través del tiempo. Sin embargo, la situación se consideraba
injusta para los alemanes que serían despojado de su territorio y reubicados en
tierras no precisamente despobladas.
¿Dónde
entonces? En colonias europeas, por cierto, en sus tierras de origen. Sabemos
que compraron terrenos a los ocupantes árabes y etc. Me pregunto si podrían
comprar buena parte de la Patagonia con mucho terreno disponible e instalarse
allí. No podría negarse que los habitantes originales tendrían que ser
desplazados a otro lugar. Eso sería al comienzo como un enclave de un grupo
cerrado dentro del territorio chileno, argentino o de ambos. Una especie de
Colonia Dignidad a mayor escala. Asunto peliagudo. Imagino la ola de reacciones
contrarias de ambos países latinos o de todo el continente. Ya los chilenos han
opinado bastante sobre los “ocultos” propósitos de los turistas de Israel, la brusquedad
o malos modales de estos soldados en
vacaciones en gran número. No se puede negar que podría ser una puerta de
salida a las actuales deudas de Argentina, pero no a semejante precio,
suponemos. De todas maneras, no hay duda que de realizarse tal proyecto, el
empuje y tesón de los ciudadanos judíos lograría producir un cambio notable en esa
región.
Ahora
pensemos en el pueblo árabe al que le es impuesto por la fuerza una expropiación de “su”
terreno. Allí convivían ya judíos en pequeño número, cristianos y musulmanes. Pero
la llegada masiva de judíos desequilibró la aparente armonía, pues fundaron un
estado.
Y
comenzaron las hostilidades hacia el “invasor”. Éste formó un ejército poderoso
y ganó las batallas, obteniendo mayor territorio.
Lo
especial del asunto es que judíos y musulmanes profesan religiones paralelas.
Cada pueblo es el elegido por su dios – el verdadero – y según la
interpretación que hagan de sus respectivos libros sagrados, su enemigo mortal
es “el otro”. No comen carne de cerdo, las mujeres deben cubrir sus cabellos y
sus seguidores más fanáticos consideran a la mujer como un ser inferior que
debe permanecer oculta para no despertar la lubricidad de los varones, quienes
se sienten compelidos a violar a cada fémina que no se resguarde con una carpa
portátil .
En
cuanto a la destrucción del arma oculta de Hamas, la red de túneles, ha tenido
altísimo costo: la vida de muchos civiles de todas las edades para llegar hasta
ellos, y aún parece incierto que se logre desbaratarlos por completo. Son arma
peligrosa, ya fue usada con éxito en Vietnam. Otro armamento de enorme
importancia es que la muerte en combate o
actuando
como bomba humana, harán entrar al guerrero de inmediato “ en los jardines del
paraíso, bajo la sombra de los árboles, donde a sus pies corren los ríos, mientras
los sirven jóvenes vírgenes jamás tocadas por hombres o demonios”.
Nadie duda que el conflicto habría sido provocado por Hamas y la reacción de Israel era esperada por ellos, pues les ha servido para ganar la simpatía mayoritaria a su causa y la propaganda de los medios y las redes sociales es vital.
Tampoco a nadie debe extrañar el apoyo de EE.UU. a Israel, pues es su más seguro aliado
en medio del mundo musulmán: el nuevo enemigo cuyo “fantasma recorre Europa”,
lo que se apresuran en mostrar ciertas agencias informativas para fomentar el odio
hace el nuevo invasor.
Invasor
que parece tener algún éxito entre los jóvenes con ascendencia musulmana y
también ex cristianos.
¿Podrían los estadounidenses censurar a sus
aliados, luego de la serie de genocidios perpetrados por su ejército en tantos
países?
Ahora
parece que los musulmanes planearían actuar como lo hicieron los católicos durante
buena parte de su existencia y en todo el orbe.
De
lo que se desprende que en lugar de decirse que la religión es “el opio de los
pueblos”
mas
adecuado sería decir que es el ají rocoto de la mollera y el orto de los pueblos,
sobre todo de quienes están más a tono con el creciente nacionalismo
derechista.
El
mayor daño de este conflicto ya está hecho – se espera –pero ¿cómo justificar
el desproporcionado derramamiento de
sangre causado en prevención de una
amenaza pendiente?