- Una cerveza, Leonor, bien helada. Cojo la gran copa con dificultad y la mano izquierda temblona.
No te preocupes, mujer, no se trata (todavía) de parkinson, sino de una caída con réplicas. Te explico, iba caminando ayer por una calle típica de este lugar, llena de altibajos y baches. Iba pensando justamente en lo que me podía ocurrir y ¡ZAS! Al suelo. Al comienzo creí que no llegaría al suelo, pero no logré equilibrarme, aterrizando en rodilla, antebrazo, manos. Menos mal, la caida hacia delante es menos traumática. Me sacudí enérgicamente, vi que las raspaduras sangraban apenas y seguí. Mientras estuve sentada en la reunión de viejitos a quienes se nos entregaría un medidor de glicemia para nuestros respectivos grupos, sentía el dolor de las partes golpeadas. Caminé de regreso las 7 cuadras sin problema. Pero a poco de llegar a la casa, me di cuenta que no podía usar la mano derecha, muy hinchada y con mucho dolor. Vendaje y vamos aprendiendo a usar la izquierda. Amanecí con la derecha bastante deshinchada y ahora hasta puedo usar el teclado. Pero los dedos centrales de la mano izquierda están casi inmovilizados y me duelen bastante los hombros. Nunca me había ocurrido eso de efectos en cámara lenta y mientras levanto la copa para tomar la cerveza, apenas la sostengo. Una se pone cada vez más frágil con el tiempo. Entré al lugar del patio destinado al perro para ordenar un poco y darle su comida de la noche. Como siempre, me saltó encima, raspándome la mano derecha con las uñas hasta hacerme sangrar. En eso, cayó la aldaba de la puerta que acababa de abrir y quedé encerrada. Para la risa. Tuve que reunir fuerzas para trasladar un banco largo y pesado hasta la división del patio. El perro se obstinaba en trepar al banco. (Es el lugar donde duerme en verano) Al final, pude arrimarlo a la división y trepar con mucha dificultad para llegar al otro lado y destrabar la puerta. No sé por qué te cuento esto, mujer, sospecho que estoy haciendo tiempo para dilatar el momento en que tengo que redactar una frase adecuada para un concurso de comparsas barriales en esta comuna condenada. Mañana lo haré como sea, pero ahora no quiero pensar en nada y gozo de la libertad que se siente en este lugar, sin que nadie del mundo de afuera se aparezca a molestar ni decir que ya es tarde. Hoy las horas son mías y ¡tráeme otra cerveza Leonor, por favor!
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