sábado, 19 de enero de 2013

DE FIESTA






Leonor está esperando en la puerta.

-¡Al fin llega alguien!

-¿Pero cómo? Si hoy vengo de pura casualidad…

-¿no se acuerda?

-¿De qué?

-¡De la fiesta del renacimiento, pues!

-¡Diantres! Me había olvidado por completo. Entro. Todo se ve reluciente e iluminado. Leonor me trae un vino acompañado por empanaditas de queso recién hechas. Las saboreo con gusto. Están exquisitas. Pronto, me trae más pues he dado buena cuenta de lo anterior en un minuto. Si estamos de fiesta, no tengo ánimo para evitar excesos (que se traducirán en mayor ruedo de la cintura).

El quinteto de jazz ha comenzado a tocar desde el escenario y justo ahora, hace su entrada Elvi, entre risas,con un grupo de amigos,  avanzando espléndida, con un vestido verde cubierto de lentejuelas, haciendo lucir el bronceado del cuerpo, con zapatos y bolso de cuero de cocodrilo, también verdes, sin dejar de notar que la sombra de ojos es de un verde metálico y que las uñas lucen un color plateado que se repite en el collar y pendientes. Werner la recibe con galantería, acompañándola a una mesa adornada con amarillys.


Ahora, un toque de la trompeta destaca el ingreso de Aby, avanzando ágilmente con su estupenda figura y una gran sonrisa y también acompañada de un grupo de amigos,  con un vaporoso vestido formado por varias capas de distintos tonos de gasa azul, collar de turquesas, sandalias plateadas, la melena brillante hasta los hombros, los brazos con pulseras de lapislázuli, precioso bolso bordado. Werner se inclina ante ella y escolta al grupo hasta una mesa en cuyo centro destaca un florero bajo cubierto de gardenias.


El saxo modula una secuencia larga y aparece Marsa con algunos acompañantes, luciendo muy bella un vestido rojo que destaca su bella piel nacarada, adornada con collar y pendientes de brillantes; zapatos y cartera de charol del mismo color; los labios en rojo fuego; el garzón recibe el abrigo que viene del invierno y Werner con una mirada apreciativa, la conduce hasta su mesa embellecida con tulipanes.


Al final del solo del clarinete, atraviesa el umbral Fidel entre amigos, muy garboso y totalmente vestido de blanco, con corbata rayada rojo/azul, camisa celeste, zapatos de cuero trenzado. Avanza quitándose el sombrero de paja clara y Leonor se adelanta a recibirlo y guía al nuevo grupo hasta una mesa arreglada con orquídeas.


Termina el tema musical y justo cuando se produce un silencio, ingresa Galvarino-Rolando-Fridolin, se detiene una instante, quizás cegado por la luz, despojándose de abrigo, bufanda, gorro de piel y guantes, todo vestido de negro. Viene solo.

Con una sonrisa de complicidad, Leonor se le acerca para saludarlo y ambos avanzan hasta una mesa en un rincón, en cuyo centro lucen rosas rojas.


Desde mi rincón, nadie me ve, de lo que me alegro porque no llevo nada cercano a una tenida de fiesta.

Comienzan los asistentes a ser servidos y prontamente deciden todos, de común acuerdo, unir las mesas para tener mayor cercanía, mientras el conjunto toca casi sin respiro entre pieza y pieza.

Ya todos se conocen y la primera pareja se levanta para bailar.

El asunto marcha y en ese momento decido pasar de desapercibida a invisible y me marcho, muy contenta de que esta fiesta se esté celebrando.


Mañana pasaré a preguntarle detalles a Werner y Leonor.

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