jueves, 10 de marzo de 2011

No puedo negarlo más. El verano se termina, los días están enfriándose rápidamente.
De manera que la mejor opción es meterse en el café, a pesar de lo vacío que está. Si no fuera por Galvarino? Rolando? Fridolin? aquí deambularían las ánimas espantando a los ratones. Supongo que los hay y se comerán ese rico queso mantecoso que trae Leonor para nosotros.

A propósito: ¡Leonor, tráeme unas empanaditas de queso, por favor! Que sean con vino Antiguas Reservas de Cousiño mientras miro a Amadeo mientras toca y conversa con Rolando, ambos envueltos en una nube azul.
Leonor se abanica con el menú mientras pasa por su lado, para alejar los vapores etílicos y el tabaco. Sin embargo se ve feliz de volver a encontrarse con el poeta que, de vez en cuando, le lanza una mirada de reojo, que ella finge no ver.

Y justo ahora me acuerdo que este sábado comenzamos los ensayos de la obra de Rolando y tengo que copiar los textos que envió y aprenderme el libreto otra vez. Entonces me voy y me pondré a buscar entre los mensajes y los papeles.
Werner no está. ¿Qué estará tramando? Jorgelina no ha venido después de sus vacaciones, espero que su proyecto haya sido aceptado. ¿Qué contará Marsa, que vive en un punto tan bien situado en el mapa?
¿En qué andará Aby? (¿Lo sabremos?)

Hasta pronto



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