miércoles, 7 de marzo de 2012



En el día de la mujer, un saludo fraterno a todas aquellas sufridas hermanas que han luchado por sus derechos y lo siguen haciendo porque aún no consiguen la debida igualdad.

Por mi parte, he venido a saludar en las horas previas, cuando afuera del café brilla la luna llena y estoy brindando con una botella reservada especialmente para este día. Y recuerdo, no sé bien por qué, las horas interminables que pasé hace 55 años atrás, junto a un enorme grupo de mujeres, esperando que abrieran una oficina del registro civil, para inscribirnos a votar cuando hube cumplido los 21. Era junio y hacía frío, pero todas estábamos alegres porque al fin íbamos a poder manifestar algo de voluntad y votar, aunque fuera por un hombre. Cuando finalmente se abrió la puerta de la oficina, que estaba en un segundo piso, me vi alzada literalmente del suelo (y eso que no era tan chica como ahora) y así, sin tocar la escalera con los pies, llegué hasta arriba y logré tener, por fin, algún derecho civil.

También recuerdo los alegatos con hombres que se resistían a aceptar que también debemos tener los mismos deberes y derechos sociales y creo que eso continúan desconociéndolo ellos y es la causa de tanto femicidio que se produce en estos días. Se pensó que evitar el contrato del matrimonio podría servir de escudo, pero no resulta así. ¿Podría intentarse la opción de Lisístrata? Habría que aplicarla por unos cuantos años, pero sería bastante difícil de mantener.

Por ahora, sigo con la botella, que comparto con Leonor, ya que hemos enviado a Amadeo de paseo.



No hay comentarios: