domingo, 17 de junio de 2012

MIS HARAPOS DE GALA





Cuando tenía un par de décadas de existencia, vi una película en que alguien se refería en esos términos a su mejor ropa y claro, me sentí de inmediato identificada. Actualmente mis prendas menos malas vienen de tiempos inmemoriales y están tan de moda como el cha cha cha. Tanto así que no me atrevo a visitar a mi única amiga contemporánea de los años mozos, porque mi vestimenta proviene más del mercado y la cuneta que de las “grandes tiendas”. Me da algo de pudor provocarle un shock.

Cierto día me puse falda recta, chaqueta de paño, blusa blanca, zapatos con tacón mediano y usé una cartera buena, todo largamente guardado. Me sentí extrañísima al comienzo, me costaba caminar pues eso de falda y tacos era como andar disfrazada, pero, al rato me fui adecuando al ritmo de la indumentaria y metiéndome en la piel del personaje extraño hasta llevarlo con soltura. Entonces sentí horror del atuendo de todos los (demás) días: pantalón y casaca de polar, zapatillas, bolso deforme.
No hay duda  que no hay nada como la comodidad, pero también eso se relaciona con el “dejarse estar” que no es otra cosa que elegir la comodidad propia en detrimento de la ajena. O quizá una es egoísta con los demás al elegir. A veces me ha molestado bastante encontrarme con los vecinos de este poblado en la misma facha descuidada que a mi me acomoda. Es antiestético. En cambio, si todos nos diéramos el trabajo de cuidar el aspecto mostrando una mejor fachada, distinto sería el paisaje de todos los días.
Quizá medite en eso lo suficiente para aplicarlo a mi propia geografía. Pero, ¿cómo se viste una anciana para las compras en el super , la farmacia o para visitar a los médicos? Siempre me han horrorizado los vestidos “de señora” XL. Si me esmerara en el tema es posible que atrajera el ojo de cogoteros y ramos afines y eso es indudablemente peor que la mala facha.

Me parece que es más razonable no innovar y continuar con la pinta ramplona de siempre. Por lo demás, si paso revista a mi pequeño closet, descorazona ver la barra de colgar apretadísima a reventar por la enorme cantidad de “ropa para la casa” que tengo y que me da pena reciclar.

Si, es más sensato volver a guardar los harapos de gala en una maleta. De igual manera, irán a parar a la basura.

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