jueves, 6 de septiembre de 2012

Horror al vacio



Por eso vengo hoy a echarle una mirada a este café. Con la ayuda de una caipiriña con mucho limón y sin pensar en las palabras, sino en un echarle para adelante no más. Primavera en el hemisferio sur, días fríos, días cálidos, días resfriados y proyectos para el año próximo. Pocas ganas de ver gente real, más ganas de gente que flota en el aire de lo posible, problemas de todos los días concentrados. Insomnios largos, esperadas madrugadas que traigen el obligado levantarse y andar. Labores rutinarias que hagan olvidar, minutos que hagan agradecer el estar viva. Todo por haber tecleado al azar algunos nombres de contemporáneas y encontrarme con que eran seguidos por la mentada sigla (Q.E.P.D.) Y una los lee con desánimo porque es bueno saber que la gente que alguna vez se ha conocido y ha dejado una huella, siga existiendo por ahí sin importar si se les vuelve a contactar o no. Es malo saber que no están ya y que ya no queden inalámbricos interlocutores posibles. Estimados amigos aún posibles, no importa que ya no vengan, sólo vale la huella que dejaron impresa en este espacio del momento vivo.
He sabido de un café real, en una esquina real en esta comuna miserable, que pretende hacer posible la idea de algunos de reunirse en un lugar amigo al amparo de un piano que alguien quizás toque alguna vez.
Iré uno de estos días para ver si es posible que encarne el sueño de un café de gente que tenga algo en común.
Les contaré lo que encuentre.
Cordiales saludos

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