viernes, 7 de agosto de 2009
Noche de viernes
Mientras los otros, aquellos que trabajan o estudian y, en fin, casi todos, se divierten al término de la semana, los que nos quedamos en casa por soledad, temor o lo que fuere, paladeamos meditativamente un trago en el café. En mi caso es una democrática caipiriña, junto a unas galletas saladas notables, todo un hallazgo de Enrique Darío. Éste se encuentra aún en Francia, lejos de redes, sumergido en el verano glorioso aún. Por unos momentos, la cachaza, azúcar, limón y hielo, logran elevar el sentimiento por encima de la rutina y dejan vagar la mente por sobre la realidad gris del ladrido de perros, sonidos de un programa ramplón televisivo que alguien mira con aire distraído y la enorme luna llena que asoma a través de la ventana del Mozart. Esta noche trataré de flotar en una nube, por sobre los sueños recurrentes, tratando de romper las ataduras del diario sobrevivir. Pensando en ustedes, buena noche de viernes, abierta a la aventura de inventar.
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