lunes, 5 de abril de 2010

Llegando la noche

Llego al Café van saliendo los clientes de la tarde. Ya vendrán los noctámbulos con sus rostros pálidos, demacrados, esas mujeres de trajes negros y ojeras profundas, de largas boquillas que acarician labios violetas de carmín que ansía ese beso que no llega.
Y esos hombres, de trajes arrugados, los ojos enrojecidos por la luz del día que ya se ha marchado, el sombrero ladeado y el rictus casi permanente de hastío y de soledad.
Me integro a ese bestiario que es el mío y pido un pernod para despertar mi cuerpo cansado de los besos nocturnos, de las caricias que morían al instante de nacer.
Quién era anoche? Paula? Margot? Tamara? Desiree? Perdonadme todas, no lo recuerdo. Ni siquiera recuerdo quien era yo. Y acaso importa algo? Lo importante es que hoy estoy aquí en el Café y la bella me contempla con ojos de reproche y Amadeo interpreta a Piazolla y pronto entrará por esa puerta mi bien amada tía Laura. Y seguro que esta noche aparece Jorgelina y hasta quizá se motive Aby Florencia y la veamos entrar con su sonrisa de niña buena. En fin, por mientras la bella me prepara algo que fortalezca mis débiles defensas y descorchamos una botella de buen tinto con Amadeo.

4 comentarios:

Laura dijo...

Antes de apagar el pc, vine a echar una mirada distraida al café, por si había venido alguien.
Si, el milagro se ha producido y aparece un pálido y tambaleante parroquiano, envuelto en humo y ansioso por un trago. Casi desde la puerta, lo acompaño con algo suave, un vino blanco de aperitivo. Escucho la música. Cierto es que detesto los tangos, como aquellos que escucha un vecino TODAS las tardes y yo tengo que producir un cortaruido con Bach, ópera china o algo así. Pero la música de Piazolla es otra cosa. El tango lo lleva al delirio, lo eleva por sobre el terreno ruin y lo hace sinfónico.
Me gustaría traer hoy al café a un viejo fantasma. Alguien me trajo un gran manojo de antiquísimas fotos de una gira. Reconozco a uno de ellos: 1.86 m. 22 años, rostro fresco, curiosidad por todas las cosas, de dulces ojos negros. Lo traigo para que me acompañe a bailar, como alguna vez lo hicimos. Cierro los ojos a su imagen de afuera. (Más de 60, cargando con demasiados kilos, pero aún con cierta dulzura en la mirada). Rolando, me has contagiado con algo que traes, no sé bien con qué.
Buenas noches

Marsa dijo...

Me acabo de levantar, abro las ventanas de la casa y siento el aire húmedo en mi cara; una gaviota extiende sus grandes alas encaramada en el borde de una de las chimeneas que marcan el barrio de la alfarería. Entro en la cocina y me preparo una infusión; con ella en la mano entro en el Mozart y aún están Laura y Rolo en amigable conversación.
Buenos días amigos, vuestra expresión denuncia que necesitáis ir a dormir.
Yo termino mi infusión, y comenzaré este día para el que no tengo nada programado. Seguiré la interesante lectura sobre las biografías de Casanova, Stendhal y Tolstói: "Tres poetas de sus vidas" de Stefan Zweig; me lo regaló mi hijo mayor estas navidades, por la tarde veré una película de las que me presta la Biblioteca Pública, puede que vea en tv algún documental sobre un viaje o sobre un misterio de la vida animal y para no desentenderme del resto del mundo prestaré atención a las dolorosas noticias del devenir humano, en los informativos.
Amaneció muy nublado y ahora se alejan las nubes negras, y comienzan a formarse otras blancas y redondeadas que dejan entre ellas brillantes espacios de luz; si sigue mejorando me daré un paseo por la orilla del mar.
Hasta pronto.

Laura dijo...

¡Ay, qué nostalgia del mar me ha dado leerte, Marsa! Me quedé pensando en ese tu día sin nada especial que hacer, pero con atrayentes posibilidades.
Alguien dijo alguna vez: "Si no puedes dedicarte a algún arte en especial, haz de tu vida una obra de arte". Y así me imagino la tuya.
Espero lo sea.
Un abrazo

Marsa dijo...

Mi querida Laura, yo no sé que haría si tuviera el mar lejos... ya he tenido esta experiencia y no me gusta nada, lo echaba tanto de menos, que después de pasar 7 años en Madrid y otros tanto en Valladolid, la posibilidad de vivir en Mallorca me pareció un privilegio. Te comprendo perfectamente.
¡Es lástima que vivamos tan alejadas!. A mi me gustaría también muchísimo conocer tu tierra.
Estoy convencida de que tus días son especiales porque tú eres una mujer especial. Un abrazo.