lunes, 24 de octubre de 2011

Herr A. viene de visita





Leonor me advierte que en la mesa me espera un señor con nombre alemán. Miro hacia el rincón y allí está. Levanta su copa de whisky con un guiño cómplice. Me dirijo a la mesa. Se levanta, saluda con un anacrónico pero familiar entrechocar de talones y advierte que no es necesario que se presente, ya que somos antiguos conocidos. Es cierto. Primero he sentido un rayo de frío recorriéndome la espalda, luego he pedido a Leonor un pisco sour triple y una porción de queso de ese tan prohibido, mantecoso, blando, invitante para equilibrar el ácido del limón.

La cara de Herr A. tiene algo de cítrico, empezando por la piel, siguiendo por la nariz insolentemente respingada y los ojos gélidos, que emanan una maldad de máscara de teatro chino. Si, esa cara la he visto por ahí. Por alguna razón que no capto, esperaba este momento como algo entrevisto hace muchos años. Su cara, su aspecto es el resumen de muchas otras que se han unido. El cabello escaso y que fue amarillo limón en la juventud, conserva trazas del color original, veteado de blanco, dándolo el aspecto de ser teñido. Los bordes de la camisa blanca están bastante deteriorados, la chaqueta luce brillante por efecto del tiempo desgastando la tela azul. No sé cómo ilustrar esta escena, quizá acudiendo a imágenes de viejos conocidos que tenían su aspecto…
Se está bien aquí (después de beber el triple de unos sorbos apresurados y de haber pedido otro). Los detalles se nublan, se parece flotar en el aire y se recuerda la frase de un médico que anunciaba una verdad:
“No se trata de resignación, sino de aceptación”.
Miro a herr A. y bebo a su salud y a la mía, aunque sea escasa la que queda.

(Todo esto se originó hace unos momentos: Estuve un buen rato pasando la aspiradora por la sala, me parecía que el aparato no funcionaba como en sus mejores momentos; tarde me percaté que no había conectado la manguera a la fuente de poder.)

Al terminar el segundo pisco sour triple, descubro que el señor alemán ha venido para quedarse.

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