domingo, 2 de octubre de 2011

PREPOSTJUICIO

Mi abuela y su segundo marido alemán (el primero también lo era)


No me cabe duda alguna que usted, mi estimado Fridolin, habla el alemán con el más dulce de los acentos, que pronuncia como un río de miel esas palabrejas kilométricas que son como un imán que atrae a las otras y las deja pegadas y que siempre le puede agregar otros términos más. También estoy de acuerdo en que el español que habla la mayoría de los españoles es duro y cortante, que siempre parece que están dando órdenes e imprecando a los demás. Y en eso son muy parecidos a los alemanes. Intento acostumbrarme al sonido, acabo de desenterrar un libro sin tapas que al abrirlo, deja caer escamas de papel por todos lados; es de Rilke de quien dicen que usa ese espantoso idioma en forma especialmente musical. Trataré de leerlo en voz alta aunque tropiece con la marea de consonantes, para ver si logro superar el cuero de gallina que me produce.

Quizá en Berlin ya no quede  ese tipo de alemanes a los que me refiero, pero en el sur si los hay a montones como se puede ver en los noticieros. Por extraña circunstancia, mis amigas más cercanas han sido alemanas o hijas de. No sé la razón de mi prejuicio y ya dudo  que se trate de eso, es simplemente una alergia contra la cual intento oponer algún antihistamínico de fabricación propia.

En cuanto al vino, estoy bebiendo un gewürztraminer que se produce aquí y es el blanco que prefiero para
tomarlo solo, aunque ahora le he pedido a Leonor que me traiga queso mantecoso y galletas saladas, aprovechando que lo que consuma en el Mozart no me sobrecargará las ya casi obstruidas arterias.
(Oh, qué detalle vil, es la realidad que se cuela por debajo de la puerta).

Liebe Fridolin, cuando vuelvas a Chile, me encantaría escucharte hablar el idioma aquel...

1 comentario:

rolando dijo...

Sí, tía bienamada! Recitaré para usted mis más sentidos poemas y alguna estrofa de Goethe o de aquel loco genial que fue Hölderlin.
Este año veo que no podré viajar a Chile, en España hay crisis, casi cinco millones de cesantes y los precios han subido mucho. Pero descuide Ud. al Mozart llegaré tal vez en un coche de caballos como Goethe cuando hizo sus viajes a Italia. Leonor me ha dicho que incluso puedo alojar en el Café porque se me acaban los posibles alojamientos y los tiempos no me permiten pagar un hotel en Santiago.
He leído sus escritos, y lo de Elvy y Fidel y la verdad me emocionan. Es como reafirmar la amistad, sabiendo que ustedes están, allí en cualquier parte del mundo y acuden también al Café a soñar unos momentos.
Beso a Ud con devoción. Su Fridolin.