Una copa de champaña con helado de piña viene bien al mediodía de hoy, caluroso en estas latitudes y lejos - por un momento - del ajetreo humano que pulula por las calles. Lejos especialmente porque hace unos días decidí echar una mirada a mi permiso de conducir, descubriendo ¡HORROR! que había vencido hace algunos (bastantes) meses atrás.Adiós a las compras relajadas, ahora llega el tiempo de sentirse bestia de carga.
El recorrido de calles irregulares obliga a caminar mirando el suelo para evitar un nuevo costalazo, notando cada detalle de los edificios a mal traer, los
garabatos en las murallas, la musiquita a todo trapo para atraer clientes a los negocios, al darse cuenta de la realidad. Pero estas observaciones no tendrían que llegar aquí, sino detenerse en el umbral del café y deshacerse en el aire como espuma al viento.
Al menos, aquí hay buena música, el ambiente es fresco y el tiempo se detiene.
El recorrido de calles irregulares obliga a caminar mirando el suelo para evitar un nuevo costalazo, notando cada detalle de los edificios a mal traer, los
garabatos en las murallas, la musiquita a todo trapo para atraer clientes a los negocios, al darse cuenta de la realidad. Pero estas observaciones no tendrían que llegar aquí, sino detenerse en el umbral del café y deshacerse en el aire como espuma al viento.
Al menos, aquí hay buena música, el ambiente es fresco y el tiempo se detiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario