sábado, 10 de diciembre de 2011

A paso lento

Como un caracol me encamino al final del año, tratando de esquivar la tensión propia de diciembre. Se suceden las celebraciones, comienza la búsqueda frenética de regalos a precios altos, sabiendo que en el siguiente mes, todo estará bastante rebajado. Pero el ritual es inmutable y hay que llegar a la meta esperada. Cierto es que lo evito, pero el frenesí que vibra en el aire se mete por los poros (shop till you drop).

Pedí un té con limòn y hielo y lo bebo lentamente, dejando para mañana lo que me instaló frente al pc Por ahora escucho la música y recuerdo a una persona conocida que falleció esta semana. Quizá tú conociste a Aliro Vega, estimado Rolando. Era un actor del Teatro de Ensayo, que actuó desde teatros, radio, televisión, algo de cine y hasta en los antiguos Burlesque y Picaresque.
 En cierta oportunidad le pedimos que se presentara en una especie de café literario, para hablarnos de su vida y experiencias. Recuerdo en especial su actuación como animador en el remodelado Café Torres, de la Alameda, cuando se presentaban cantantes de ópera y él emitía su tradicional llamado ¡Atención la vara! para los presentes enfrascados en conversaciones y simplemente en el frasco.
Allí también se hacían "lanzamientos" de libros y uno de ellos era "bautizado" con vino tinto, autografiado por todos los presentes y luego rematada entre mucha animación.
Últimamente, a sus 89 años, trabajaba en el departamento de cultura de Maipú y era también coordinador de los adultos mayores. Siempre envidié su entusiasmo, optimismo y tremenda vitalidad. Encontrarse con él era siempre un agrado. Una podía estar cansada, aproblemada, aburrida o hasta buscando pelea, pero ante la cálida sonrisa y el abrazo consolador, cualquier escollo hacía mutis por el foro por un buen rato.

Hace algunos días, recordaba que todos mis antiguos amigos y buena parte de mis contemporáneos mayores han pasado a decorar el oriente eterno...pero....¡Ah,  está Aliro y por ahora no le entran balas!

Bueno, amigas y amigos del café, espero volver otro día a escuchar un poco de música. Hasta pronto.








1 comentario:

rolando dijo...

Claro que lo conocí Laura querida!
Era un hombre de una vitalidad extraordinaria y un gran corazón. Recuerdo que cuando se radicalizó todo y los jóvenes vivíamos en una especie de nube de urgencias, de enfrentamientos, Aliro guardaba la calma y la cordura. Nunca más supe de él, hasta lo que tú ahora nos cuentas. Creo que la última vez que lo ví, estábamos en algun bar,de esos de entonces, y nos acompañaban Bélgica Castro y su marido Alejandro, y mi profesor, Enrique Gajardo. Se respiraba el desastre que venía. Gracias por recordarlo y por anunciarnos su final. Un abrazo. Fridolin.