martes, 4 de febrero de 2014

Música barrial





La luna flota en el cielo del poniente; en la calle un hombre borracho, loco, o ambos, canta a gritos, casi sin detenerse a tomar aire. Desde el antejardín de la casa vecina, dos elegantes poodles se alternan ladrando y aullando en respuesta, también sin parar. Los dueños de casa no han regresado aún y ellos parecen unir su protesta en este coro destemplado. Estoy regando el patio y no me queda más opción que escuchar. De pronto, pasa una ambulancia camino al hospital y otros perros lanzan sus aullidos. Demasiado, entro y espero que la música de las bestias se calme.

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