domingo, 17 de enero de 2010

Una flor







Fueron tres las flores del filodendro paraguayo, pero las otras dos se desprendieron por el peso y también por las incursiones nocturnas de los caracoles que no detecté a tiempo. En estos días de verano, insinuándose ya el otoño, las pequeñas cosas dominan. Es por eso que el crecimiento de una planta o el desarrollo de una flor, se convierten en acontecimientos, a pesar de los otros sucesos molestos que siempre se pasean por ahí.
Llegará el momento de ponerse en acción y hacer algo para el año, pero hoy es domingo por la tarde, dentro de unos minutos habrá que regar, sin pensar mucho en que también en este día fueron las elecciones presidenciales y ha ganado la derecha en segunda vuelta porque el candidato de gobierno no entusiasmaba a nadie. No valió aquello de “ más vale diablo conocido, que ...”
Por la tarde, mi hija ha telefoneado preguntándome qué pienso sobre las predicciones de futuros cataclismos, etc. etc. Realmente, no sé nada de eso, aun cuando cientos de veces una se habrá preguntado cómo será verse de pronto en medio de un desastre final. Nada raro en un país azotado por terremotos cada cierto tiempo. Por ahora, miro desde la ventana las hojas de la madreselva doradas por el último resplandor del sol, las flores del “diego de la noche” ya abiertas en la parte de sombra, y aprecio lo que veo aún.

2 comentarios:

rolando dijo...

Tía querida.
Perdoneme!
Mi percepción emponzoñada por la líbido, siempre propensa a vagar por los túneles perversos del erotismo más desenfrenado han creído ver en esa hermosa flor, unas nalgas deliciosamente bellas. Fue sólo un segundo pero tuve que mirar de nuevo fijamente para descubrir esa otra belleza de la naturaleza.
Me alegro saber que cuida con mimo sus hermosas flores.
Aquí en el Café, junto a Amadeo, Werner y la bella, debatimos sobre la enorme tragedia de Haití y cada uno nos dolemos de diversa y única manera.
Esperemos que en Chile, país tan sensible al temblor de una tierra herida, nunca suceda algo de esa magnitud.
Bebo un vino esperando conjurar los temores y al mismo tiempo porque me encuentro aún estremecido por el desastre.
Y continúe bienamada tía Laura fotografiando sus flores para regalarlas aquí.
Vuestro amado sobrino.

Laura dijo...

No me extraña su reacción primera, sobrino estimado. Las flores son los órganos sexuales de las flores y por eso son tan llamativas. Además, están en directa relación con el tamaño de sus hojas.
Lo de Haití lo sentimos en forma muy marcada, porque aquí se han tenido tragedias similares y siempre se cierne sobre nuestro presente-futuro la amenaza del próximo cataclismo, tan anunciado. Cada uno ha colaborado en la medida de sus posibilidades, conmovidos todos por los hermanos en la desgracia conocida.