jueves, 18 de febrero de 2010

Leyendo a Proust




Leonor me ha traído una "Cuba libre" o roncola. Supónese que el nombre se lo pusieron los norteamericanos que "liberaron" a Cuba del imperio español, para quedarse ellos y lógicamente, le plantaron coca cola al ron para hacerlo más familiar.
Últimante me he vuelto adicta. Eso no tiene nada que ver con Proust, claro. Pero es que hoy quería comentar que estoy leyendo "Sodoma y Gomorra", luego de un intervalo de muchos años desde la lectura de otro tomo de la serie de "En busca...."
Esta vez, la lectura me ha pillado más impaciente. La ficción se me está haciendo intragable, aunque, al parecer, poco tiene este libro de ficción. Todo parece tan real, comenzando con que la primerea referencia es al asunto Dreyfuss y a las escasísimas personas de "buena familia", que apoyaban al injustamente acusado. Era de buen tono ser antidreyfusista. El título del libro tiene que ver con el amor homosexual, muy mal visto en esos años (aunque bastante visto). El protagonista fisgonea los movimientos de un ilustre barón, junto a cierto hombre común y se alarga en muchas reflexiones al respecto. Más adelante, sospecha de ciertas actitudes sensuales entre dos muchachas, una de ellas su enamorada. Van y vienen los ociosos personajes entre hoteles y mansiones de un balneario de moda. Como se aburren, las mujeres ricas rivalizan en captar sujetos entretenidos, amén de plagados de títulos de nobleza, sobre los cuales los agraciados se explayan. Lectura apropiada para situación similar, verano, far niente.
Seguiré leyendo.

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