Eran dos casitas modestas unidas por un costado. En el entretecho se abría un pequeño balcón de madera.
Una de ellas era ocupada por una profesora de pintura, como taller y sala de clases. Cada vez que pasaba por el frente, imaginaba cómo arreglaría ese entretecho si viviera allí, cómo me instalaría a mirar la puesta de sol con una taza de té. Hasta que las desocuparon y pusieron en venta. Al parecer, nadie se interesó por comprarlas. Entonces comenzaron a desmantelarla. Sacaron puertas y ventanas, sanitarios, hasta las tablas del piso. Alguien hizo una fogata en la buhardilla y quemaron parte del techo. Después se divirtieron destruyendo el resto de éste. No es lugar apatecido para vivir puesto que tiene de vecinos a dos colegios y la calle está próxima a ser expropiada en parte para enanchar la calle. Un día de éstos iré a preguntar por el precio, por simple curiosidad y por hacer locos planes en el aire.
1 comentario:
Ay tia querida! Veo que esta metida en aventuras inmobiliarias pero con solar ya desechado por la sociedad de su ciudad. Espero que no haga locuras y prime en Ud. la mesura.
Puede que yo llegue y la encuentre transformada en una lider de un grupo de Okupas.
Por cierto si es posible ire unos dias a Pichilemu (si es que aun existe) en su defecto ire a Pichidangui o Papudo. Son invitaciones que tengo. Y cada vez siento mas ganas de arrancharme por esos pagos. Pero no se puede, en Chile no tengo nada, ni para pagar un alquiler. Solo sueños. Veo muy destartalado el solar aquel que quiere adquirir. Ahora, si es una sociedad, ya es otra cosa.
Un beso.
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