Con el nombramiento
de nuevas autoridades, está quedando al descubierto la carencia de honestidad. ¿Por
qué cuesta tanto encontrar personas probas en nuestro país, aún entre las que
destacan de los demás? ¿Tanto cuesta reconocer faltas e impedimentos, para así,
no aceptar los cargos encomendados? ¿No están conscientes de la enorme
diferencia con antaño, cuando el traspaso de la información era tan lento y se producía en un ámbito muy reducido?
Vivimos una realidad tecnológica inimaginable para los que nacimos en las
décadas del cuarenta y cincuenta, y aunque no lo queramos o lo ignoremos, todos
nuestros datos y nuestras huellas van quedando registradas ahí: en la nube, en
internet.
¿Dónde podríamos
encontrar las causas de esta falta de honestidad? ¿En el núcleo básico
fundamental, la familia? ¿En programas educacionales saturados de contenidos,
con un mínimo espacio para trabajar valores formativos? ¿En un mal hábito arraigado
desde la formación de la nación? Estoy muy lejos de ser una experta en la
materia, pero es un tema importante en el que hay que detenerse a pensar, más
aún, cuando existe el pleno consenso de la necesidad de mejorar nuestro sistema
educacional. La buena educación de los hijos también puede lograr cambios en
las familias, y por tanto, en toda la sociedad. No puede, no debe seguir
ocurriendo.
Creo que también
tiene que ver, con esto de que siempre hemos oído comentar, del afán tan
chileno de burlar las normas, de trasgredir, de inventar la forma para no
cumplir a cabalidad, de ganar harto con poco esfuerzo, de hacer
"lesos" a los demás.
Repito: no puede,
no debe seguir ocurriendo. Hay mucho por hacer.
1 comentario:
Podría ser que a través de la tan mentada "transparencia" y gracias a la exhibición del historial de cada uno, se logre llegar a corregir ese comportamiento tan "chileno" que impera en la mayoría. En resumen y pidiendo prestada una letra tanguera:
".. el que no mama es un gil"
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