Me pregunto si tendré endurecida la sesera al pretender sacar agua de las piedras, sin otro propósito que patalear un poco y por deporte. Posiblemente es un rasgo de demencia senil ad portas. He molestado a medio mundo intentando que se transformen por milagro en algo que no son. Intentaré aceptar a los demás mientras compartamos el mismo bote, a menos que lo aconsejable sea abandonarlo.
- No, Leonor, no hablaba contigo, pero, ya que estás aquí, tráeme una caipiriña para combatir el resfrío. He venido escapando de esa influenza porcino-humana, que ha hecho colapsar la capacidad de consultorios y hospitales.
Ya ves que he tomado este café como confesionario.
Hace un par de noches, estuve leyendo una novela ¿novela? de Manuel Azaña “El jardín de los frailes”|. Es un libro semi-autobiográfico sobre la vida escolar de fines del siglo antepasado:
Una frase: “Borrascas de lapos y cachetinas, imbuían en los torpes la sintaxis del latín: más lágrimas he visto correr sobre el texto de los Comentarios que sangre vertió el propio César en el suelo de las Galias.”
Le he contado 13 líneas por frase. ¡Qué vocabulario!
Tenía una idea demasiado vaga sobre esta persona, escritor, político “intelectual”, presidente de la Segunda República Española. He estado buceando en Internet para averiguar más sobre él. Vale la pena.
Lo destino a un compañero de taller, descendiente de españoles y admirador de todo lo hispano, con potente y afinada voz de barítono que luce en toda ocasión, autor de innumerables “cartas al diario”, encendidas de furia y abundantes en diatribas contra todo lo que considere torcido.
Pensé invitarlo al café, pero él, persona en extremo sociable, prefiere el contacto directo al virtual.
¿Y Enrique? Posiblemente olvidó cómo entrar.
Cariños a todas/¿os?nter