lunes, 1 de junio de 2009
Oda a Fridolina
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Oh Fridolina lejana y presentida.
Te imagino caminando silenciosa por el cesped,
oler la hierba que porfiada se instala
en el umbral de la casa.
Escuchar molesta y resignada
los duros ladridos del perro
y atisbar la amada silueta de Laura
que se acerca con algun cotidiano
presente gastronómico.
Ese es tu universo querida.
Ese pequeño mundo que se cubre de flores
y despierta en ti un oscuro
caudal de sueños y arrebatos.
En la primavera juguetea tu sangre
y a veces suspiros hondos
viajan por el eco de la noche. Tal vez, muy lejos,
en ajenos huertos o en los barrosos tejados cuidadanos
responde un eco viril, ahito de urgencias masculinas.
Pero aquí tú permaneces
ligada a tu destino,
esperando ese día, esa tarde,
en que desde la vastedad de lo lejano
yo aparezca,
desnudado de este disfraz humano,
y todo sea una fiesta de pieles,
de colas enhiestas, de bigotes
centinelas del amor.
Y será tu mirada, Fridolina,
la respuesta más pura
a mis desvelos.
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