sábado, 16 de julio de 2011

De vuelta

Por fin el sistema ha permitido que me aparezca por el Café. Me siento a mi adorada mesa del rincón cerca del piano. Amadeo interpreta temas de Chick Korea, el viejo pianista que ya escuchamos tardiamente. Leonor me sonríe desde lejos mientras atiende a unas señoras mayores que están sentadas ante la mesa grande. Intuyo que luego vendrá mi querida tía y cuando por fin la bella se acerca a mi mesa aprieto su blanca mano con emoción y ella me regala su sonrisa antigua. Bebo mi vino y sirvo una copa para mi hermano musico que sin dejar de tocar apoya su cabeza ya llena de canas en mi brazo y y me contempla con el cariño de siempre.
Aquí me quedaré, tranquilo, manso como los bueyes, sin pensar en el afuera, en las deudas que me acosan, en los achaques, en el calor de esta Andalucía inclemente. En la soledad que me persigue. En el destino que me amarra aqui y me dice que este año no podré viajar a Chile, lejano y triste. Nada de eso me toca. Ahora estoy solamente en el lugar de mis fantasmas y quiero beber unos vinos, seguir los compases de la melodía del piano, recordar a Elvira, a Aby a Fidel y esperar como mi vida entera el arribo de mi bien amada tía Laura y soñar con un mundo distinto.

1 comentario:

Laura dijo...

¡qué sorpresa, Rolando! Te hacía en Berlín gozando de la vida y ocurre que has regresado a Andalucía y te has dado maña para entrar al café y hacernos compañía.
Me alegra ya no tener que llorar por haberme bebido el último sorbito de vino navegado. Ahora Leonor me trae una gran copa rebosante de aromas y calor. Escucho la música y me alegro pues las manos ya se entibiaron (aunque aún tengo el sombrero puesto. Grandes cómplices ellos, que ordenan y hacen desaparecer las mechas desordenadas) y me siento en paz con el mundo. Por lo menos el de hoy, pues ayer, en el último vagón del metro de las 7 de la tarde, un tipo chiflado disparó contra la gente, al azar, mirándoles primero a los ojos antes de apuntarles. Mató a dos, hirió a varios, se bajó en el terminal, caminó unos pasos y se suicidó con su arma que portaba "legalmente". No se sabe por qué, un funcionario de la policía, despedido por mala conducta,hace varios años, actualmente cesante, tenía autorización legal para portar armas. Alguién tendrá que revisar el asunto.
Bueno, hoy no está pasando nada parecido, al menos en este lado de la geografía, Amadeo toca, Leonor sonríe, al menos la que yo conozco y la veo como máximo, de unos 30 o 31 años, no más, pues ella se mantiene en el tiempo, como el café, sin que el vulgar paso de los días deje huellas indeseables en su semblante.
Y entre los comensales, justo donde están las señoras que vio Rolando, ha llegado un señor alto y delgado, de buen aspecto y voz con sonoridades de órgano bien temperado, a tomar su lugar entre ellas. Lástima que lo haga en calidad de fantasma, porque el auténtico ni piensa en integrarse al mundo de la computación, es un ex periodista y ha decidido ignorar la posición relevante de las redes en las vidas de todos.
Al menos, ya hizo un buen papel leyendo poemas de Gonzalo Rojas en un homenaje que le hicimos, pero ya me he cansado de ser grúa que atraiga a los contemporáneos a este café.
Abrazos