En este jueves en que no fui a clases y me quedé haciendo nada en casa, no me quedó más remedio que consolarme con un trago. Explico, Elvi, que el manhattan es: una parte de whisky, una de vermouth dulce o seco, hielo y cáscara o torreja de limón. Si el vermouth es seco, se acompaña con una aceituna verde; pero si es dulce, con una cereza al marraschino.
Estos dos últimos días han estado perfectos, sol y temperatura agradable al exterior, pero, en lugar de estimularme para salir, he permanecido aquí haciendo proyectos pero sin intentar ninguno. Lo malo del asunto es que por las noches paso revista a todo lo que no he hecho, me arrepiento y proyecto hacer una serie de trabajos al día siguiente y no puedo dormir. Como lectura inductora del sueño, he estado leyendo un libro sobre James Joyce, escrito por Francesca Romana Paci, muy clarificador con respecto al libro "Ulises", bastante difícil de leer, pasados los primeros capítulos. No es precisamente una lectura inductora de sueño. Buscaré esta noche algo aburrido. Recuerdo con agrado aquellos días en que leyendo, de pronto me encontraba repasando varias veces la misma línea, señal segura del sueño. Y uno de los recuerdos más agradables que tengo es la primera noche después de una operación, cuando me dieron un hipnótico potente para dormir y superar los dolores. Me encontré en medio de una frase y no sabía como terminarla, de pronto estaba sumergida en una nube, era muy agradable eso de estar balbuceando sonidos tratando de transformarlos en palabras, pero ya no importaba nada y la sensación era irse en alas del sueño. Hubiera deseado que ese estado se prolongara más, eso de estar en una especie de limbo, suspendida, calmada, ingrávida, fue lo más parecido a la felicidad que recuerde.
Puse unas fotos de la mañana de hoy, tratando de esquivar el sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario