lunes, 11 de mayo de 2009

Nuestra soledad tía bienamada!




Los tiempos de crisis son duros, excluyentes. Aquí nadie viene y yo solo me siento a escuchar la música de Amadeo mientras bebo manso mi copa de vino y contemplo el hermoso vaivén de las caderas de la bella al caminar.
Se han ido tía? Se habrán ido todas? También Fidel? No lo creo, espero que no. Somos los personajes de un cuento de Rulfo. Tenemos algo de Pedro Páramo: o tal vez de aquel inquietante relato de Cortázar, no recuerdo bien el título: la puerta cerrada o la casa tomada, algo así, donde los dos hermanos, vestigios de una familia que se va esfumando se van arrinconando en algunos cuartos de la casa mientras escuchan que nuevos moradores van tomando posesión de la misma. Y usted teje sin pausa tía bienamada un bufanda para aquel navegante que jamás regresó y yo intento con el viejo tomo de Aguilar encontrar la respuesta a mis eternas dudas:
¿Fue Horus el hermano, hijo y amante al mismo tiempo de Isis?
Y la más terrible, será cierta esa teoría que señala la extinción de los Neandhertales porque en su evolución natural, o tal vez gracias a la primavera, descubrieron el amor? Y el fugaz y repetitivo acto sexual devino en erotismo, la caricia gratuita y sagrada?
Aquí me quedo tía Laura. Venga usted a mis ojos, aquí estaremos estos seres que la amamos y Amadeo tocará sus más triunfales notas cuando su estampa se proyecte en la vieja puerta entornada.
Pero confiemos en que volverán todas las musas perdidas, llegarán de nuevo, silentes, deshabitadas, y el Café será un murmullo de caricias recién inauguradas.

1 comentario:

abi dijo...

Roli, te quiero mucho.