martes, 16 de diciembre de 2008

Un alto en el camino



He estado escondida por algunos días sin venir al café.
Recién pude contestar a Maya un mensaje de respuesta a mi pedido de auxilio, donde le pedía consejos para la mudanza con "todo" a un nuevo sitio.
Como es largo y engorroso, sugiero que los parroquianos mismos guarden los aportes antiguos al café y los copien aquí, si les interesa. Por mi parte, no he podido hacerlo. Han estado ocupando mi pc algunos compañeros, han agregado programas que no sé manejar y se me ha enredado el material.
Habrán notado que en las "entradas" aparece un número y más abajo se lee "hit counter". Les agradezco que antes de colocar su mensaje, los borren. Si lo olvidan, no importa, porque se pueden editar después.
Leonor acaba de contarme algo con aire misterioso.
Mmmmmm, lo imaginaba. Conque anda en pasos secretos otra vez. Espero que el asunto resulte bien.
Por mi parte, no puedo comentar nada, juré que de mi boca no saldría. De manera que de aquel amigo gatuno nada diré.
Le he pedido a Werner que me guarde unas botellas de champaña para después de Navidad.
(Si llego viva).
Hasta pronto, queridas contertulias y queridos os.

3 comentarios:

abi dijo...

Muchos queridos os...

Andarás vos too por los tejados ???

rolando dijo...

Qué ocurre amada tía Laura? Quién la ha tenido secuestrada? Tal vez un ogro que la había encerrado en su casa? Bueno, pero veo que se ha liberado y aparece.
Me imagino Maipú de Fiestas navideñas.Y a ti animando, organizando, dando vida a ese pedazo de pueblo que se fue desdibujando en la modernidad.
Un beso de su sobrino y humilde servidor.

Laura dijo...

Son las correrías de fin de año, Galvarino, los últimos lanzamientos de revistas, libros y demases, cuando he dedidido asistir y tratar de ser civilizada en el pequeño mundo de las actividades "alternativas". Ahora me tomo una cerveza frente al pc, después de cumplir con la trasmisión de un programa de radio local - el penúltimo ¡al fin! - de cumplir con el ensayo de la horrible pieza teatral que se prepara y de programar las últimas y escuálidas compras de regalos que me faltan mientras escucho la algarabía de bocinas de autos celebrando la victoria del equipo de fútbol más popular del país.
¡Leonor, cierra la ventana, por favor!
Un beso, querido sobrino.