miércoles, 11 de marzo de 2009
El amor y los almendros
Cada uno debe dar al amor la oportunidad de expresarse con toda su intensidad y con todo su sacrificio. Si contemplamos los almendros que florecen en una explosión de vida, todos al mismo tiempo, vemos lo efímero de la vida, ya que pronto desaparecen el blanco y el rosa, para dar lugar al verde. Si dejamos pasar ese momento en que están florecidos y no los miramos tendremos que esperar un año para que se vuelva a producir el milagro de la vida.
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2 comentarios:
Sí amiga. Así como contemplar los almendros que florecen, deberíamos contemplar y vivir las cosas buenas de la vida. No dejarlas pasar, no ponerse a filosofar y a dudar. Casi siempre la culpa la tiene la terrible manía de la permanencia. Qué hermoso es esto! Qué placer más inmenso! Qué momento más pleno! Pero... cuánto va a durar? y si se acaba mañana o en una hora? Y luego voy a sufrir y a recordar. El viejo cerebro conservador que teme siempre que la dicha sea efímera. Y de tanto temer, no podemos gozar. He contemplado en España los almendros y como tú bien dices es una explosión de belleza. Hubiera querido ser artista como tú para poder reflejar en un lienzo tal belleza. Al menos ese momento me ha hecho nacer un poema.
Y sé que cada año puedo contemplar tal maravilla. El amor puede ser igual. Gozarlo mientras dure. Luego se irá y volverá un nuevo amor con el tiempo.
Si, querido poeta, la vida es...cada instante renovado y fresco, pero queremos la continuidad, es humano quererla.
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