jueves, 26 de marzo de 2009

Pensando, casi sola y tranquila, en el café.

Entro en el café y veo a Leonor tejiendo, absorta en su labor; respondiendo a mi pregunta, dice que se hace una chaqueta para el otoño; con la mirada me señala el rincón más alejado y oscuro, miro y no veo a nadie, pero siento su presencia. Miro a Leonor de nuevo, se encoje de hombros y vuelve a sumergirse en la labor. En el piano, Amadeo interpreta, con gran sentimiento y musicalidad, un nocturno de Chopin.

No quiero molestar, así que me acerco al botellero y elijo una botella de Solera 47, lleno una copa y me siento junto a una ventana. En el patio un gato duerme enroscado al calor de un rayito de sol, y compruebo que han podado las plantas, tal vez haya sido Werner.

Me sumerjo en mis pensamientos: La conversación telefónica ayer con mi hija Arly que en París cuida su embarazo. Tuvo una visita a la clínica donde nacerá su niña, acompañada de su compañero, papá de la criatura, y recibieron consignas de qué hacer y cómo, el día que llegue con el parto iniciado. Menos mal que en ciertas cuestiones, el mundo del consumo y provocador de crisis económicas ha avanzado. Quiero conocer esta niña, la nº 18 de mis nietos/as, y espero podré hacerlo.

Sigo pensando..... Pido al Dios en el que me gusta creer, el de Teilhard de Chardin, que me ayude a morir con las botas puestas, y no permita que yo viva con la mortaja puesta. Con tanto por arreglar en el mundo, me dá vergüenza mi súplica.

En el café. Marsa

2 comentarios:

abi dijo...

18 nietos, ¡qué felicidad !

Yo, aún ninguno...los espero ´...

vergüena tu súplica ? por favor, creo que es la mejor de todas las que he leído ultimamente, porque mientras tengamos las botas puestas, hay esperanza y acción.

Un abrazo

Marsa dijo...

Aby, vergüenza por pedir para mí habiendo tantos con tan poco. Si quiero llevar las botas puestas, pues, ¡a no quitármelas!. Las fuerzas he de encontrarlas en mis posibilidades y en la solidaridad de los demás.

Cariños.