sábado, 31 de enero de 2009

VILLA GRIMALDI

Las fuentes se inundan de lágrimas en la paz.
Las noches velan las siluetas de los amados
que han quebrado el silencio con sus ausencias.
¿Dónde amordazó la muerte sus misterios?
Acaso el vigía de la historia nos resguarde el futuro
sin duelos?
En el portón la leyenda reza un conjuro:
que no oscurezca otra vez. Nunca más.

Carmen Yáñez


La memoria en nuestra más fiel compañera. Es cierto que a veces sus voces son duras y hasta feroces, y sus recuerdos pueden traernos una lluvia de tristeza, una pesadilla y el sentimiento de todo lo que no debía haber sucedido. Pero también es cierto que en otros momentos, la memoria es nuestra única aliada, nuestra amiga más cercana, la que porta en sus alforjas el recogimiento de instantes casi sagrados, de alegrías redondas, de placeres sin límite.
La memoria nos hermana con la emoción.
Esta noche estoy en el Café de la Esquina, este boliche virtual, creado por Laura, amiga y señora del barrio Lastarria de aquel Santiago de Chile en el cual florecía el arte y el buen hacer de la creación más libre y donde hoy nos encontramos los noctámbulos.
Nuestro tema esta noche es hablar de la memoria. Somos todos ya cargados de tiempo, y claro, suceden dos cosas: la primera es que son muchas vivencias acumuladas, la segunda es que se nos van olvidando.
En los acontecimientos que han marcado nuestra vida, es bueno que la memoria no se esfume. Sobre todo si tales sucesos han sido vivencias de todo un pueblo, de toda una época.
Es el caso de la dictadura militar que imperó en Chile durante diecisiete años. Unos de sus rasgos más distintivos fue la represión que se ejerció contra enemigos reales, potenciales o imaginarios. Y una de las formas más concretas de ejercer la represión, es decir, el castigo y el crimen, fue a través de recintos clandestinos, no reconocidos como prisiones. Eran lugares de detención en donde la impunidad era la regla. Se secuestraba a las personas, se les conducía a esos espacios y allí se les sometía a crueles torturas y luego se les asesinaba o se les dejaba libres.
Uno de los lugares secretos de detención más importantes fue Villa Grimaldi. Este antiguo caserón ubicado en los aledaños del gran Santiago, en la comuna de Peñalolén, está ligado a la historia del país y a su desarrollo como nación.
A finales del año 1973, los militares se lo confiscaron al dueño, don Emilio Vasallo, que le había dado el nombre de Villa Grimaldi por su estilo, semejante al barroco italiano, con estatuas de mármol, fuentes y jardines.
Y establecieron en el bello recinto uno de los más terribles campos de prisioneros. Este centro de detención funcionó desde finales del año setenta y tres hasta 1978. Su funcionamiento estaba organizado y dirigido por la DINA, el servicio secreto de Pinochet. Se calcula que por este lugar pasaron cerca de quinientas personas, algunas estuvieron sólo unos días y otras permanecieron por años.
Doscientas veintiséis personas de esas quinientas están desaparecidas. Casi una veintena fueron ejecutadas. Las personas desaparecidas, según las investigaciones posteriores a la dictadura, fueron en su mayoría arrojadas al océano Pacífico, desde aviones de la Fuerza Aérea.
Cuando la dictadura llega a su término, los servicios secretos venden esta propiedad. El afán de borrar las huellas del crimen. Se efectúa la demolición del caserón. Grupos de Derechos Humanos y ex prisioneros crean en el año 1990, ya en democracia, una Corporación: El Parque por la Paz. Así, se realizan actividades de carácter cultural, político, social y en memoria de las personas que allí sufrieron y de las que fueron asesinadas.
Todo pueblo necesita tener sus sitios emblemáticos que son espacios de la memoria, para afirmar su identidad, para no olvidar los momentos en que la vida se transformó en infierno para muchos. Así ha ocurrido en Auschwitz, que ha quedado como el símbolo de un lugar trágico para la historia de Europa. La casa de Ana Frank en Ámsterdam; el Museo del Holocausto en Jerusalén. La Escuela de Mecánica de la Armada, en Buenos Aires.
En Chile, país alejado de los grandes centros de poder, país marcado por la lejanía, los terremotos y un subdesarrollo que pugna por desaparecer, sucedió esta tragedia. Eso ocurrió en los años setenta del pasado siglo y los grandes poderes económicos del mundo azuzaron a los militares a destruir el orden democrático de la nación y a edificar un régimen basado en el miedo y la represión.
Villa Grimaldi, el lugar que los verdugos de la DINA nombraron como Cuartel Terranova, hoy es un hermoso Parque que invoca a la paz.

5 comentarios:

abi dijo...

Dejo un poema desde el silencio, de Alicia Burdisso, argentina nacida el 8 de marzo del '52. Estudiante de Periodismo. Secuestrada y desaparecida desde 1977:

"Ven, abandona esta madrugada
tus huecos y la soledad
donde encalló el egoísmo
y te fue devorando imperdonable.
Verás entonces, que era sólo mística
tu ceguera
que eran sombras en el alma
y que es posible alcanzar juntos el alba
para hacernos día."

laia_444 dijo...

Querido Galvarino, terrible época la de la represión militar que nos tocó vivir, desgraciadamente dichos acontecimientos siguen ocurriendo en otras partes del mundo.La casa de mis padres, donde me crié, estaba sólo a 1 Km de la Escuela de Mecánica de la Armada, (sita en Buenos Aires, como tú bien dices). Mi defensa es aparcar en los agujeros negros de la memoria remota tales atrocidades, porque "el secreto de la vida consiste en aceptarla simplemente, tal como es" esta frase creo que es de Juan de la Cruz.¡Otro abrazo de oso!

rolando dijo...

Cada uno ha reaccionado como mejor ha podido querida Laia. Yo estuve años desmemoriado, tal veinte o más. Tanto es así que olvidé todo de mi tierra, calles, nombres, modismos, gente. Y fue algo inconsciente. Nuestra mente que es inescrutable. Luego, hace pocos años comencé a interesarme, a recordar pero a fragmentos. Entre otras causas está este Café. Conocí a Laura (le digo tía y a ella le da rabia! Pero le gusta...)) y a otras personas y comencé mi vuelta a la tierra perdida. Luego conocí a Abi, a Elvi y otras amigas más y me sentí cercano a los orígenes.
Es en cada persona algo muy propio. Ahora, incluso me atreví a volver tras 35 años. Y caminé por las calles de Santiago un poco atontado, extraño, volviendo a mi niñez. En fin, te comprendo muy bien. Además vives en una isla encantadora y tu familia está aqui.
Un abrazo.

rolando dijo...

Es un poema hermoso Abi. Dime si esta chica escribía más versos. O cuéntanos algo de ella si sabes. Pensar que tenía 25 años!
Un abrazo amiga.

Laura dijo...

"...y los lamentos que gritan las cañerías
en días de tormenta
son las voces de los hombres
que aquí esperaron."

Bien que se haya demolido la casa, ya que su carga de dolor la habría hecho inhabitable. Quedan otras, alguna en calle Londres, otra en República y quizá cuántas mas. ¿Quien podría vivir y trabajar allí? En la novela de Carlos Cerda "La casa vacía", se toca ese tema.
Hasta aquellos lugares donde alguien lo ha pasado mal, quedan manchados y pasan muchos años hasta que recuperan su fisonomía normal. Ahora noto que hay creencias populares que tienen su razón de ser: aquellas ceremonias que "limpian" o "purifican" los lugares considerados malditos.
Es que el recuerdo del dolor, el sufrimiento nuestro o de otros parece incrustarse en muebles, muros y hasta en el aire que circula entre ellos.