Entro en el Mozart, está vacío, es temprano y están preparando todo para cuando empiece a llegar la gente. Pronto estarán aquí Laura, Galvarino, Evi, Conxa, Abi, Marsa…..El rincón preferido de Galvarino está poblado de sus personajes, cuando llegue los encontrará. El piano está cerrado, aún conserva en sus teclas la energía de Amadeo de la noche anterior. Siempre no fue piano; antes era árbol.
Hoy no viene Miquel, el camarero, tiene el día libre. Él tampoco fue siempre camarero. Trabajaba en una multinacional, pero lo despidieron, decían que por la crisis. Por la misma fecha su esposa, le comunicó que lo dejaba, que tenía un amante. ¡Se le vino el mundo encima! No solo por él, también por los mellizos, sus hijos, que ahora tienen 12 añitos.
Se acerca Leonor, la camarera, como siempre un poco malhumorada. Así que yo también mantengo la distancia y le pido un albariño sin entrar en confianzas. No suelo beber alcohol pero hoy haré la excepción, es mi cumpleaños. Espero tranquilamente a los demás e imagino al espíritu de Sam, el pianista negro de Casablanca pululando por el piano y por todos los pianos del mundo.
¡Besote! Laia.