Las risas y las penas

Leonor, cielo! Es que no me vas a poner ni una copa de vino? Trae dos para beber con Amadeo. Levanta esa casa hermano! Qué sucede ahora? Aparte de que este Werner seguro que no le paga hace ya meses. Con la excusa de la crisis....! Gracias Leonor, estás preciosa como siempre! Eso necesitabas, que te dijera un piropo, ahora te sonríes, pícara! Vamos a brindar hermano por las tristezas. Sí, por las penas, porque lo triste es bello. Puede ser bello. Y porque es casi nuestro estado natural. Hay gente que aleja las penas como si fueran moscardones que los van a picar. Yo las arrullo. Las cobijo aquí, en un riconcito del corazón y las dejo que lloren, que lloren ríos de tinta y de recuerdos, Y de carencias y de silencios. Y usted hermano lo hace con la música. Cada vez que advierto sus manos interpretando a Chopin, sé que está acariciando los sueños rotos del tísico de Mallorca, del exiliado polaco que no cabía en los salones de la burguesía parisien.
Leonor me cuenta cosas del presente hermano. De gente que llega `por el Café. Que pasa y no pasa. Que se asoma. Y nuestras amigas andan con una risa en el cuerpo que a uno le da ternura, y a veces hasta lo excitan. Son risas frescas. El contrapunto de nuestras voces tristes.
Siempre fueron las mujeres quienes trajeron la alegría. Por eso el mundo aún permanece. Porque en la cueva, húmeda, obscura, amontonados todos para darse calor, de repente una mujer reía. Y era una cascada de agua fresca, de remolino que le iba subiendo a los hombres por las entrañas.
Salud hermano. Perdóneme, que estoy diciendo tonterías.